jueves, 23 de febrero de 2017

Alas de ángel y silencio

 
 
 
 
Hace unos días, celebrábamos la fiesta del Beato Juan de Fiésole (1395-1455), más conocido como Fray Angélico. Hoy nos asomamos, siquiera tímidamente, a ese servicio amoroso que con su pintura brindó a toda la humanidad.
Apenas sabemos balbucir unas palabras ante esa sensación armoniosa que sus pinturas nos producen. Entre alas de ángeles y silencio se va desarrollando la vida de este fraile dominico del Quattrocento italiano, en pleno Renacimiento, cuando la expresión de lo humano se vuelve estilo, presencia y centralidad.
 
Fray Angélico siendo, como lo era, Fraile Predicador, supo proclamar la Palabra en las fúlgidas aureolas de un milagro sin límites, en la ofrenda mística del gozo que nos liga a lo divino. En sus cuadros y en sus frescos experimentamos el color y la luminosidad, la profundidad y la simetría, la belleza que supera todo nuestro ser de creatura.
 
Destinado al gran convento dominicano de San Marcos de Florencia, Fray Angélico predica con sus pinceles, su talento y su oración contemplativa. Ahí pueden verse los frescos del claustro, de las celdas, los pasillos y la sala capitular.
Con Fray Angélico de Fiésole, nuestra Orden se siente orgullosa y puede presumir de uno de sus mejores hijos: aquél que se consagró a la misión de descubrirnos a Dios a través del camino de la Belleza.
San Juan Pablo II dijo de él: Justamente fue denominado con el título de Beato Angélico, por la belleza casi divina de sus pinturas y, en grado superlativo, por las representaciones de la Bienaventurada Virgen María.
Y es que sus Madonnas, entre ellas el retablo de la Anunciación que está en el Museo del Prado de Madrid, hicieron exclamar a otro artista, el gran Miguel Ángel: No pudo un hombre pintar estas figuras, sin haberlas visto antes en el cielo.
 
Patrono de todos los que se dedican a las artes plásticas, nuestro Fray Angélico es el primer artista que llegó a los altares. Porque en este humilde fraile dominico, el arte sacro toca las cimas de lo estético y lo sublime; desde ese marco escénico, la santidad y la cumbre del arte quedan eternizadas.
¿Quién de nosotros no se queda pasmado ante las figuras de los ángeles que pintó nuestro artista?, esos ángeles nos hacen soñar con el paraíso, con la hermosura del éxtasis que, casi sin darnos cuenta, nos va poseyendo ante la observación de una obra tan inefable, de esa luz dorada que traspasa todos sus cuadros. ¿Quién no se sobrecoge ante el Crucificado que chorrea sangre hasta las manos de Santo Domingo arrodillado a los pies del Árbol de la Cruz?.
 
El mundo pictórico de Fray Angélico hoy nos sigue interpelando por su armonía y el sereno y gozoso semblante que tienen casi todos los personajes que se dejan transformar por sus pinceles. En el silencio de los botes y colores, la vida bienaventurada sabe hallar el seguro rescoldo para nuestras tristezas.

sábado, 18 de febrero de 2017

¡Felicidades!

 
 
 
 
 
 
Hoy hace 50 años que dio comienzo la Renovación Carismática Católica. En este Jubileo de Oro, damos gracias al Espíritu Santo por este maravilloso regalo en nuestras vidas.
Desde aquél fin de semana en Duquesne (Pensylvania) Estados Unidos, en febrero de 1967, donde un grupo de profesores y estudiantes celebraban un retiro para profundizar y meditar en la fuerza del Espíritu en los primeros tiempos de la Iglesia: ¡Gracias!
Actualmente, más de 70 millones de católicos pertenecemos a grupos de la Renovación Carismática y, desde la Alabanza, damos gracias al Dulce Huésped del Alma.
 
Espíritu Santo:
 Renueva la faz de nuestro mundo.
 Guíanos, fortifícanos, purifícanos y transfórmanos.
 
 Te lo pedimos en el Nombre del Señor Jesús. Amén.
 
 

viernes, 3 de febrero de 2017

Gloria Fuertes


Seguro que está sonriendo desde allá arriba, seguro que se sentirá contenta con todo esto.
Y es que, en 2017 celebramos el centenario del nacimiento de esta gran poeta que se llama Gloria Fuertes. Desde el corazón hacemos memoria de esa niña que, en el año 1917, vino a este mundo de trajines en el barrio madrileño de Lavapiés; en una familia humilde, mi padre era obrero, modista mi madre, nos dice.
Gloria siempre escribiendo, niña, mujer, poeta. Gloria, la que se ofreció y trabajó generosamente con su biblioteca ambulante, para llevar libros a los niños de los pueblos de la España de la postguerra.
Sentimental, tierna, humana, libre, esa era y es Gloria Fuertes. Grandota, con su blanco cabello recién despeinado y su corbata. Poeta de Guardia se llamó a sí misma. La que todavía sabe resucitar en nosotros ese niño que todos llevamos dentro, cuando llenó nuestras horas infantiles con su programa de televisión Un globo, dos globos, tres globos.
Yo tuve la inmensa suerte de conocerla personalmente, de abrazarla y darle besos.
Hace algunos años, celebrando el IV centenario de la Fundación de este Monasterio de Santa Catalina en Alcalá de Henares, organizamos un recital de poesía con los editores de Aldea Poética y con la presencia especialísima de Gloria Fuertes. La fecha elegida fue el sábado, 25 de abril de 1998.
La propia Gloria, espontáneamente, lo quiso dejar plasmado en nuestro libro de firmas:
Al Convento de Madres Dominicas de Santa Catalina, que rezan por nosotros, los pobres pecadores y que dejan su Casa a los poetas.
Yo les digo que hacer poesía es una manera de rezar.
La primera en actuar fue Gloria quien, con su honda humanidad , supo poner un ambiente de magia y emoción en este marco contemplativo. Estas fueron las sencillas y cariñosas  palabras que nos dirigió al comienzo del recital:
Gracias a las Madres de Santa Catalina, que nos dejan su casa y su capilla para los poetas. Es la primera vez, creo, que sucede esto en España. Enhorabuena Hermanas, Madres, Monjitas. Gracias. Voy a leeros algún poema para que veáis que los poetas que andamos por la calle, yo por lo menos, estoy un poco metida en lo vuestro.
Y nos recitó cinco poemas que dejan traslucir su arraigado cristianismo, entre ellos, unos versos dedicados a nuestro hermano, San Martín de Porres:
                                                          Fray Escoba,
                                                     bárreme lo malo,
                                                     déjame lo bueno.
Finalizado el recital, pasó con nosotras un buen rato en el claustro y no hacía otra cosa más que repetirnos: Os envidio en vuestra forma de vida tan bonita.
Y ella prometió que nos visitaría la próxima Navidad, pero un cáncer de pulmón nos la arrebató  el 27 de noviembre de ese mismo año, como queriendo hacer carne de su carne otro de sus poemas más famosos:
 Padre nuestro que estás en la tierra (...)
   Padre nuestro que sé que te vemos,
los que luego te hemos de ver,
 donde sea,
     o ahí en el cielo.
Gloria, la que quería comprarse a plazos una flor natural que jamás se marchitara. Mujer solitaria, humilde, que supo llevar con valentía y humor  el dolor de los entresijos de lo humano.
Gloria, oculta en sus secretos y amores. Y, a pesar de la fama, tan desconocida.
Querida Gloria: ¡Qué vida tan llena la tuya! Tu poesía está transida de lo divino, como una nostalgia, como una luz clara en el fondo de tu alma.
Sí, porque Dios debe estar ahí, debajo mismo de tu corbata.