jueves, 13 de febrero de 2020

Breve encuentro


Confieso mi debilidad por esta película del director David Lean. Por favor, para ver este film, absténganse los no románticos.
Breve encuentro (Brief encounter) se estrenó en el Reino Unido en el otoño de 1945. Tiene la magia infinita del cine en blanco y negro, el fulgor enamorado de lo que queremos asir y se nos escapa tras un tiempo fugaz y maravilloso.
Sus protagonistas, Laura y Alec,(interpretados magistralmente por Celia Johnson y Trevor Howard), saben llegarnos al corazón sin necesidad de muchas palabras, con las miradas que, en puro lirismo, se asemejan a las nuestras.
Porque todo puede comenzar en un día corriente, en un lugar corriente. Un tren que anuncia su inmediata salida y un amor imposible hasta el próximo jueves. ¿Quién de nosotros no ha sentido esta clase de intimidad?, recordar cada instante, los sentimientos agolpados por el ansia de ser tan feliz. Y todo esto, como enajenado por la indescriptible belleza del Concierto para piano número 2 de Sergei Rachmaninov.
Es fácil enamorarse en jueves. Más allá del tiempo, cuando los destinos se cruzan, nos queda para siempre la intensidad de los recuerdos y la sensación de que, también la nostalgia, es hermosa.
 

domingo, 19 de enero de 2020

Los milagros que no se ven

 
Podría ser en un día cualquiera: una carta, un abrazo, la llamada de ese alguien anhelado, una flor, un leve roce y el perfume evocador de un recuerdo de la niñez. Y percibimos entonces, la grandeza y la fuerza que tienen los detalles. Esos son los milagros que no se ven. Basta con que atesoremos en nuestro interior una mínima sensibilidad     
Ahí, en ese trasfondo inconfesable, guardamos nuestros secretos más humildes, lo que nunca podremos borrar del alma. ¿Por qué, pese a las apariencias, nos atrae tanto lo pequeño? Parafraseando a San Agustín, con toda razón, podemos afirmar desde nuestra propia experiencia que Dios, en su infinita misericordia, es grande y poderoso en las cosas grandes pero, en las cosas pequeñas, Dios es máximo, admirablemente supremo en lo pequeño.
No hay mejor melodía que la de los pequeños milagros que sentimos y no sabemos definir, esos pormenores que llegan hasta el corazón y se quedan con nosotros y, cuando menos lo pensamos, afloran y nos confortan.
¿Qué son los milagros, al fin, sino aquello que recordamos a pesar del tiempo? Eso deber formar parte de la felicidad. Nada especial pero, esos momentos, lugares y personas son los que nos hacen beber, sorbo a sorbo, la vida.