Quiénes somos



Hace más de 400 años que las Monjas Dominicas estamos en Alcalá de Henares, la cuna de Cervantes. En 1598 llegamos a suelo complutense, gracias a la generosidad y el deseo fundacional de una noble dama llamada doña Juana de Mendoza y Zúñiga. Porque, sólo faltábamos nosotras, las contemplativas, pues los Frailes Dominicos llevaban ya algunos años en esta querida ciudad: Colegio de Santo Tomás (1529) y Convento de la Madre de Dios (1566).
En esa serenidad que el corazón ha ido amansando en las horas de silencio y en la escucha de Dios, desde la perseverante alabanza que brota de un corazón agradecido, podemos reconocer el paso de Dios por las pequeñas cosas de cada día.

 Ya en 1997 formamos en nuestro Monasterio un Grupo de Oración de la Renovación Carismática. Y continuamos reuniéndonos para alabar al Señor de nuestras vidas. Dos de nosotras, ya conocíamos y formábamos parte de la Renovación antes de ser monjas y, podemos decir, que nuestra vocación contemplativa se fue fraguando al amparo de nuestro entorno Carismático.
Así, con la fuerza del Espíritu Santo y la ayuda del sacerdote Carlos Bordallo (q.e.p.d.), echamos a andar nuestro Grupo Llama Viva.

Para nosotras, las Monjas Dominicas de Alcalá de Henares, formar parte de la Renovación Carismática ha supuesto y supone un don del Espíritu para  enriquecimiento personal y comunitario en nuestra vida de consagración a Jesucristo. Y también es un don del Espíritu, esta pequeña comunidad  de laicos que, con su amistad, disponibilidad y apoyo incondicional, oran a nuestro lado para que las vidas de todos se impregnen de la experiencia que, junto a la Madre del Señor, tuvieron los apóstoles en  Pentecostés: Alabanza, Acción de Gracias, Encuentro personal con Jesucristo y Proclamación del Evangelio.

Por eso, nos reunimos todos los miércoles (excepto los meses de verano), en este
               Monasterio de Santa Catalina de Alcalá de Henares.
                      Horario: de 6:30 a 8:30 de la tarde.

Para ti que estás leyendo: Todo nuestro afecto y la promesa de recordarte en nuestra plegaria.