El próximo día 29 de abril celebramos la gran fiesta litúrgica de Santa Catalina de Siena, Doctora de la Iglesia.
Entre otras muchas cosas y, a propósito del título de esta entrada, la santa escribe en su Diálogo que el Espíritu Santo es el Camarero que reparte los dones y las gracias. Refiriéndose a la Vida Religiosa, señala que el Patrón de esa navecilla, es el Espíritu Santo, que cuida y mantiene con amor a los que navegan en ella.
Más adelante, continúa diciendo que el Espíritu es la Madre que nos viste, alimenta y embriaga el alma con muchas dulzuras. Por eso, igual que hicieron los apóstoles, nosotros hemos de perseverar en vela, desde una vida humilde y continua oración, hasta que podamos gozar de la abundancia del Consolador.
Era el día de Pentecostés, hacia la hora tercia, poco después de haber recibido la Eucaristía, cuando Catalina de Siena se postró en tierra y experimentó la vehemencia del Divino Espíritu que bajaba sobre ella y penetraba su alma. Pero, según dijo, las palabras siempre se quedan cortas.